El ingeniero Mariano Corral, quien trabaja junto al equipo del Laboratorio de Hidráulica de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), realizó en 2019 un estudio de alternativas de abastecimiento de agua potable ante la problemática para acceder a este recurso, sobre todo para el área del Gran Córdoba (la Capital y sus alrededores), donde se concentra casi la mitad de la población provincial.
La investigación se centró en analizar las fuentes de agua disponibles más cercanas en la provincia para garantizar la disponibilidad futura del recurso para esos habitantes.
“Lo que se hizo fue ver las ventajas y desventajas y así brindar herramientas para que se puedan tomar decisiones técnicas, sociales, económicas y también políticas. Porque hay que garantizar el servicio de agua potable”, indicó Corral.
Dentro de las alternativas posibles, a escalas más locales, se encuentran el río Anisacate y el río Tercero (o Ctalamochita), pero estas fuentes tienen comprometidas sus “ofertas hídricas” ante escenarios de sequías y no alcanzan a cubrir la demanda de las poblaciones, además de las que ya atienden, según Corral.
A la vez, requieren de obras y mejoras. Como es el caso de un entubamiento del canal de Los Molinos-Córdoba, cuya agua deriva de la cuenca del río Anisacate. “Una alternativa sería hacer una obra de toma en el río Anisacate para tener disponibilidad de agua”, afirmó.
Otra –citó– sería derivar aguas mediante nuevos acueductos desde el río Tercero hacia la Capital. En esa línea, alguna vez se evaluó una toma desde el dique Piedras Moras, en Almafuerte.
Además, otra alternativa pensada, pero en este caso nunca explorada, es transportar agua desde el área de la laguna Mar Chiquita, más precisamente desde las desembocaduras de los ríos Dulce o Primero (Suquía), aunque esa idea plantearía también sus discusiones.
Mientras, a gran escala se encuentra la derivación de aguas desde el río Paraná, en Santa Fe, proyecto que ya está en marcha con el acueducto interprovincial “Santa Fe-Córdoba” y que tiene cuatro etapas. En la primera, ahora en ejecución, la obra beneficiará a más de 400 mil habitantes de 54 localidades de las zonas límitrofes entre ambas provincias y contempla la ejecución de trabajos entre Coronda (Santa Fe) y San Francisco (Córdoba).
Por ahora, ambas provincias están concentradas en esa primera etapa, que tiene un presupuesto de 250 millones de dólares.
En la etapa final, la cuarta, el agua llegará hasta la ciudad de Córdoba. En ese caso, el aporte de esa cuenca sería para más de un millón de habitantes de ambas provincias.
El agua que llegaría a la ciudad de Córdoba desde el Paraná sería, por volumen del acueducto, solo una parte del total que consume. Hoy la Capital se abastece en un 70% del dique San Roque y en un 30% del dique Los Molinos: ambos seguirán siendo claves para el futuro del servicio y la suma desde el Paraná sería un aporte adicional, a modo de reaseguro.
La inversión del acueducto será financiada por el Fondo Kuwaití para el Desarrollo Económico Árabe. La obra en su primera etapa es realizada por UTE (Unión Transitoria de Empresas) Ghezouba – Ecosur Bahía S.A y tiene un plazo estipulado de 720 días.
AGUAS DEL PARANÁ
Ante la consulta de por qué traer agua a Córdoba desde el río Paraná, Corral afirmó: “Es uno de los cuerpos de aguas más grandes que tenemos disponibles en la región. Y es complementaria a las restantes fuentes locales”.
Añadió que hasta se podría decir que es “la preponderante” por su cantidad ilimitada de recursos hídricos. Entonces, ante un escenario de sequía, como el que vivió la provincia de Córdoba en estos últimos años, no habría problemas de provisión al menos desde esa fuente
A la vez, resaltó que el objetivo de la obra del Paraná es darle agua a la zona este de la provincia de Córdoba y aliviar de ese modo la presión sobre las extracciones que ya se hacen desde las napas del río Tercero para esa región.
Además, el ingeniero aseguró que el Paraná, ante escenarios climáticos adversos, es garantía porque tiene mil veces más caudal que la capacidad de los rios cordobeses, aun en su condición mínima.
“Se valoró esa alternativa por el déficit hídrico que tenemos ya que Córdoba se encuentra en una zona semiárida, algo que la mayoría de los cordobeses desconoce”, planteó. Por eso hay escasez agua per cápita y depende mucho la provisión de las cuencas altas, ubicadas en las zonas serranas. La “producción” de agua en Córdoba viene desde las Sierras, que alimentan arroyos, ríos y embalses.
“Tenemos en Córdoba, desde las Sierras, agua de muy buena calidad, pero poca”, expresó Corral.
En buena parte del mapa cordobés (casi todo el este y el sur provincial) hay serias dificultades para el acceso al agua potable, por la presencia de arsénico como contaminante natural en las napas. Eso genera la necesidad de que vastas regiones deban ser abastecidas por acueductos desde zonas con agua de mejor calidad (en general se lo hacen desde la cuenca del río Tercero).
El ingeniero Mariano Corral, quien trabaja junto al equipo del Laboratorio de Hidráulica de la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), realizó en 2019 un estudio de alternativas de abastecimiento de agua potable ante la problemática para acceder a este recurso, sobre todo para el área del Gran Córdoba (la Capital y sus alrededores), donde se concentra casi la mitad de la población provincial.
La investigación se centró en analizar las fuentes de agua disponibles más cercanas en la provincia para garantizar la disponibilidad futura del recurso para esos habitantes.
“Lo que se hizo fue ver las ventajas y desventajas y así brindar herramientas para que se puedan tomar decisiones técnicas, sociales, económicas y también políticas. Porque hay que garantizar el servicio de agua potable”, indicó Corral.
agua potable
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Dentro de las alternativas posibles, a escalas más locales, se encuentran el río Anisacate y el río Tercero (o Ctalamochita), pero estas fuentes tienen comprometidas sus “ofertas hídricas” ante escenarios de sequías y no alcanzan a cubrir la demanda de las poblaciones, además de las que ya atienden, según Corral.
A la vez, requieren de obras y mejoras. Como es el caso de un entubamiento del canal de Los Molinos-Córdoba, cuya agua deriva de la cuenca del río Anisacate. “Una alternativa sería hacer una obra de toma en el río Anisacate para tener disponibilidad de agua”, afirmó.
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Otra –citó– sería derivar aguas mediante nuevos acueductos desde el río Tercero hacia la Capital. En esa línea, alguna vez se evaluó una toma desde el dique Piedras Moras, en Almafuerte.
Además, otra alternativa pensada, pero en este caso nunca explorada, es transportar agua desde el área de la laguna Mar Chiquita, más precisamente desde las desembocaduras de los ríos Dulce o Primero (Suquía), aunque esa idea plantearía también sus discusiones.
El acueducto interprovincial beneficiará a más de 1,1 millones de habitantes. (Gobierno de Córdoba)
El acueducto interprovincial beneficiará a más de 1,1 millones de habitantes. (Gobierno de Córdoba)
Mientras, a gran escala se encuentra la derivación de aguas desde el río Paraná, en Santa Fe, proyecto que ya está en marcha con el acueducto interprovincial “Santa Fe-Córdoba” y que tiene cuatro etapas. En la primera, ahora en ejecución, la obra beneficiará a más de 400 mil habitantes de 54 localidades de las zonas límitrofes entre ambas provincias y contempla la ejecución de trabajos entre Coronda (Santa Fe) y San Francisco (Córdoba).
Por ahora, ambas provincias están concentradas en esa primera etapa, que tiene un presupuesto de 250 millones de dólares.
En la etapa final, la cuarta, el agua llegará hasta la ciudad de Córdoba. En ese caso, el aporte de esa cuenca sería para más de un millón de habitantes de ambas provincias.
El agua que llegaría a la ciudad de Córdoba desde el Paraná sería, por volumen del acueducto, solo una parte del total que consume. Hoy la Capital se abastece en un 70% del dique San Roque y en un 30% del dique Los Molinos: ambos seguirán siendo claves para el futuro del servicio y la suma desde el Paraná sería un aporte adicional, a modo de reaseguro.
La inversión del acueducto será financiada por el Fondo Kuwaití para el Desarrollo Económico Árabe. La obra en su primera etapa es realizada por UTE (Unión Transitoria de Empresas) Ghezouba – Ecosur Bahía S.A y tiene un plazo estipulado de 720 días.
AGUAS DEL PARANÁ
Ante la consulta de por qué traer agua a Córdoba desde el río Paraná, Corral afirmó: “Es uno de los cuerpos de aguas más grandes que tenemos disponibles en la región. Y es complementaria a las restantes fuentes locales”.
Añadió que hasta se podría decir que es “la preponderante” por su cantidad ilimitada de recursos hídricos. Entonces, ante un escenario de sequía, como el que vivió la provincia de Córdoba en estos últimos años, no habría problemas de provisión al menos desde esa fuente
A la vez, resaltó que el objetivo de la obra del Paraná es darle agua a la zona este de la provincia de Córdoba y aliviar de ese modo la presión sobre las extracciones que ya se hacen desde las napas del río Tercero para esa región.
El agua del río Paraná llegará a la provincia de Córdoba. (Gobierno de Córdoba)
El agua del río Paraná llegará a la provincia de Córdoba. (Gobierno de Córdoba)
Además, el ingeniero aseguró que el Paraná, ante escenarios climáticos adversos, es garantía porque tiene mil veces más caudal que la capacidad de los rios cordobeses, aun en su condición mínima.
“Se valoró esa alternativa por el déficit hídrico que tenemos ya que Córdoba se encuentra en una zona semiárida, algo que la mayoría de los cordobeses desconoce”, planteó. Por eso hay escasez agua per cápita y depende mucho la provisión de las cuencas altas, ubicadas en las zonas serranas. La “producción” de agua en Córdoba viene desde las Sierras, que alimentan arroyos, ríos y embalses.
“Tenemos en Córdoba, desde las Sierras, agua de muy buena calidad, pero poca”, expresó Corral.
En buena parte del mapa cordobés (casi todo el este y el sur provincial) hay serias dificultades para el acceso al agua potable, por la presencia de arsénico como contaminante natural en las napas. Eso genera la necesidad de que vastas regiones deban ser abastecidas por acueductos desde zonas con agua de mejor calidad (en general se lo hacen desde la cuenca del río Tercero).
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¿CUÁLES SON LAS DESVENTAJAS?
El especialista afirmó que una de las desventajas de transportar agua desde el Paraná es que, al estar a una cota más baja que Córdoba y a una distancia aproximada de 300 kilómetros, hay que hacerlo mediante bombeo, por lo que se necesita el uso de grandes cantidades de energía, y esta puede ser escasa y costosa.
“Entonces lo que hay que plantear también es una solución al problema de la disponibilidad de energía para ese acueducto”, precisó.
Otra desventaja es la calidad del agua: la del Paraná no es tan buena como la de nuestras sierras. Para eso se necesita una planta de potabilización que remueva los sedimentos en suspensión, entre otras obras complementarias.
Corral valoró que Córdoba se sume a una obra que iba a ser de Santa Fe. “Se aprovecha esa oportunidad para construir el acueducto de forma cofinanciada”, apuntó.
Hay sectores, sobre todo con una mirada ambientalista, que insisten en que la obra del Paraná no se justifica por su volumen y costos operativos, y que en cambio se debería invertir en conservar mejor las fuentes hídricas que la provincia tiene por naturaleza.